Los más antiguos y extraños mitos y leyendas de muy diversas culturas, en todo el mundo, hablan de poderosos dioses llegados del cielo – seres sobrenaturales portadores de útiles conocimientos prácticos y no menos valiosas enseñanzas morales. Del mismo modo, enigmáticas construcciones y muy raros artefactos de todo tipo, rescatados del olvido por las manos de los arqueólogos, han puesto de manifiesto la estrecha relación existente entre nuestros antepasados y el vasto Universo del cual provienen sus deidades.
Con esto en mente, fueron varios los escritores, filósofos y científicos de diferentes especialidades que, buscando una plausible explicación general, han contribuido en los últimos cuarenta años a idear y desarrollar una hipótesis de trabajo que postula la posibilidad de que en tiempos remotos la Tierra haya recibido la visita de astronautas de otro planeta tecnológicamente mucho más avanzado. Así pues, el término Paleo-SETI fue acuñado por el Dr. Vladimir Avinsky en 1989 para hacer referencia a esta revolucionaria idea.
Por lo demás, los aportes de la radioastronomía y la exobiología han demostrado que la existencia de aminoácidos y otros compuestos básicos para la vida son comunes en el Cosmos, lo que finalmente condujo a un profundo cambio de opinión que, desde hace décadas, admite como lo más probable la realidad y prevalencia de la vida extraterrestre; tal y como lo demuestran ciertos proyectos internacionales como SETI, dedicado a la búsqueda de señales inteligentes de radio provenientes de otros mundos, a los que, desde luego, deben sumarse los envíos de sondas espaciales interestelares hechos por la NASA. Asimismo, el descubrimiento de, hasta el momento, casi trescientos planetas extrasolares – cosa que vino a desmoronar un viejo prejuicio en cuanto a nuestra especial posición en el Universo – resulta en un notable cambio en la apreciación científica del problema, que, hoy por hoy, ningún académico serio pone en duda.
Sumado a todo ello, y en el supuesto de que tales civilizaciones exóticas hayan llegado a la Tierra hace milenios, la probabilidad de un comportamiento de nuestros antepasados tendiente a una deificación de esos seres avanzados no contradice de manera alguna lo que es de esperar según las investigaciones realizadas por etnólogos y antropólogos a partir de las confrontaciones culturales que tuvieron lugar en Melanesia y Micronesia durante la Segunda Guerra Mundial, cuando los miembros de las tropas de ocupación estadounidense fueron tenidos por dioses por los nativos, dando lugar a lo que en la literatura especializada se conoce como Culto-Cargo.